Los lameculos
Mi vecino venía de asistir a uno de esos grotescos espectáculos que monta el régimen. Llevaba la franela roja de rigor y en la mano traía la boina que no se atreve a ponérsela sino en el lugar donde el ridículo pasa desapercibido. No podía mover los brazos, adoloridos de tanto aplaudir y tenía una carraspera aguda de tanto gritar.
Lo curioso del caso es que yo siempre conocí a mi vecino como un adeco furibundo. De hecho es hijo de un dirigente adeco de renombre. En la “abominable” cuarta república ocupó cuanto puesto oscuro se le ofrecía en la administración pública y al venir la revolución siguió pegado como sanguijuela al gobierno de turno para sacarle provecho al hueso que le pudieran tirar desde arriba. Mi vecino es, por tanto, un típico lameculos.
El lameculos es un parásito; no tiene calificación alguna que les haga apto para realizar trabajo de ningún tipo. De hecho, nunca ha trabajado. Su habilidad se concentra en jalar bolas, adular a los jefes de turno, repetir como loro las consignas que se le ordenen, manipular, conspirar, matraquear, mentir. Sobre todo mentir, lo cual pueden hacer con gran desparpajo en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. Y con estas habilidades es que puede lograr ocupar las más altas posiciones.
Algunos son brillantes, como el ministro que aconseja regatear como medio de contener la inflación. O todavía mas sorprendente; desarrollar minicultivos y cría de ganado, cabras, cochinos, etc. en zonas urbanas para combatir la escasez de alimentos. Si no rebuzna es porque no le dan las cuerdas bocales. Y sin embargo, es ministro. Y tampoco es el único.
Lo trágico es que los adulantes sustituyen a personas calificadas en las empresas estatizadas y en la administración pública. Por supuesto, no tienen la menor puta idea sobre la actividad que pretenden administrar Y nunca la tendrán, pues ni siquiera les interesa. Personajes oscuros y siniestros son estos individuos. El problema es que estan en el poder.
Lo curioso del caso es que yo siempre conocí a mi vecino como un adeco furibundo. De hecho es hijo de un dirigente adeco de renombre. En la “abominable” cuarta república ocupó cuanto puesto oscuro se le ofrecía en la administración pública y al venir la revolución siguió pegado como sanguijuela al gobierno de turno para sacarle provecho al hueso que le pudieran tirar desde arriba. Mi vecino es, por tanto, un típico lameculos.
El lameculos es un parásito; no tiene calificación alguna que les haga apto para realizar trabajo de ningún tipo. De hecho, nunca ha trabajado. Su habilidad se concentra en jalar bolas, adular a los jefes de turno, repetir como loro las consignas que se le ordenen, manipular, conspirar, matraquear, mentir. Sobre todo mentir, lo cual pueden hacer con gran desparpajo en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. Y con estas habilidades es que puede lograr ocupar las más altas posiciones.
Algunos son brillantes, como el ministro que aconseja regatear como medio de contener la inflación. O todavía mas sorprendente; desarrollar minicultivos y cría de ganado, cabras, cochinos, etc. en zonas urbanas para combatir la escasez de alimentos. Si no rebuzna es porque no le dan las cuerdas bocales. Y sin embargo, es ministro. Y tampoco es el único.
Lo trágico es que los adulantes sustituyen a personas calificadas en las empresas estatizadas y en la administración pública. Por supuesto, no tienen la menor puta idea sobre la actividad que pretenden administrar Y nunca la tendrán, pues ni siquiera les interesa. Personajes oscuros y siniestros son estos individuos. El problema es que estan en el poder.
4 Comments:
Esos lameculos están en todos lados ....
Lo malo es, como dices tú, algunos están en el gobierno..ahí poco se puede hacer, ahí no mandamos...podemos criticarlos hasta que se nos seque la garganta, pero ni se enteran..A los lameculos que tengo en la vida diaria se las canto bien claritas...los odio, están donde calienta el sol, no tienen opinión propia, sino que van en pos de sus beneficios..que asco de gente!
Bien dicho!
Qué verdad más grande...y los hay en todas partes, que es lo peor...
Yo riño con mi jefe por eso...porque a quien más apoya, sube el sueldo y en quien más confía...es en ese que va todo el santo día adulandole o colgándose medallas que pertenecen a otros...
Patéticos...yo no los soporto.
Besitos.
Yo vivo en País Vasco, y de manera mucho más sutily elegante pasa algo así, aquí los lameculos tienen que saber euskera, eso es primordial, con lo cual hay menos porque no todos los saben. Mientras en la tele apareció (por suerte por muy poco tiempo)una publicidad nacistoide a favor del euskera que rezaba "sabemos euskera, somos mejores" ¡No sabés la de idiotas que por saber 2 palabras en euskera se creen mejores! ¡Y no sabés la de vascos talentosos que se tienen que ir por no saber euskera y les va bien en Madrid o en otros lugares del mundo! (No lo sabes, ni lo sabrás porque de eso no se habla)
En todas partes se cuecen habas, amigo y como me decía una bloggera amiga "nacionalismos=caca"
De lameculos está lleno este país!
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