Esa mitología...
La mitología griega es el primer relato pornográfico del que se tenga conocimiento. En la imaginación de los helénicos, los dioses, semi-dioses y humanos se mezclan y revuelcan sin el menor pudor. Y hasta meten animales en el asunto para hacer la cosa más depravada.
Ahí tienen, por ejemplo, el caso del Minotauro de Creta. Resulta que una tal Pasfae, esposa de Minos, rey de Creta, andaba arrastrando la libido por el suelo, pues al tal Minos no se la levantaban ni con grúa y en aquella época no había Viagra. Un día Poseidón, el dios del mar, decide regalarle a Minos un hermoso toro blanco para que se joda y aprenda a ser macho. Pues bien, resulta que la Pasfae al ver esa belleza de toro, agarra una inmensa pepera y después de varios preámbulos, termina tirándoselo (lastima que no existiera video en aquella época, para verlo).
De ese saludable encuentro nace un engendro con cabeza de toro y cuerpo de hombre (hay quienes piensan que pudiera haber sido al revés por aquello del tamaño…, pero bueno, eso es otra historia). Al engendro lo encierran en un laberinto y resulta que era antropófago el cabrón. Después de haberse zampado a varios humanos, un chamo llamado Teseo, hijo de un dios de segunda categoría, decide matarlo. Y para ello convence a su amante Ariadna de seducirlo. La tal Ariadna, que esta buenísima, rodea su cuerpo con velos transparentes y se introduce al laberinto. Cuando el minotauro la ve, no sabe si comérsela o cogérsela. Estaba indeciso, con la lengua fuera y con otros signos visibles de su excitación. Aprovecha el momento Teseo, que estaba observando la situación, brinca y se viola al toro (no estoy seguro si esto está en la historia) para después matarlo.
Y sigue la saga erótica. ¿Que me dicen de Aquiles? Pues me entero que este gran héroe de La Iliada era maricón. De joven para ocultarlo de la recluta, lo vistieron de odalisca y estuvo viviendo disfrazado con las hijas de Licomedes, rey de Esciro. De aquí agarró malas mañas, pues posteriormente se enamora perdidamente de Troilo, hijo de Apolo, al cual mata después de que éste rechaza sus avances.
¿Y las sirenas? Resulta que estas voluptuosas doncellas de buenas tetorras y cola de merluza, atraían a los marineros con sus melodiosos cantos, a un lugar donde nunca salían vivos. Dicen las malas lenguas que la muerte les venía por frustración al no encontrar el hueco en la cola de pescado para meterla.
De estos relatos hay infinidades. Pero lamentablemente la mitología sucumbió a la razón. Vino Sócrates y cagó la jaula. Que si eso eran fantasías, que hay que vivir la realidad, que hay que encontrarse a si mismo, que uno sabe que no sabe nada y otras profundas pendejadas. Y esto fue el comienzo del declive y muerte de la cultura griega. Mucha filosofía cuando el mundo lo que quería era relajo.
Y esto es evidente, pues a la caída de los griegos, llegan los romanos predicando la borrachera, la orgía, las bacanales y el desmadre generalizado. Y así conquistaron el mundo. Esto duró hasta que un gilipollas, el emperador Constantino, se convirtió al cristianismo. Por supuesto, cuando comenzó la moderación en las costumbres, en la bebida y en el sexo, el Imperio Romano se fue pa’l carajo.
Ahí tienen, por ejemplo, el caso del Minotauro de Creta. Resulta que una tal Pasfae, esposa de Minos, rey de Creta, andaba arrastrando la libido por el suelo, pues al tal Minos no se la levantaban ni con grúa y en aquella época no había Viagra. Un día Poseidón, el dios del mar, decide regalarle a Minos un hermoso toro blanco para que se joda y aprenda a ser macho. Pues bien, resulta que la Pasfae al ver esa belleza de toro, agarra una inmensa pepera y después de varios preámbulos, termina tirándoselo (lastima que no existiera video en aquella época, para verlo).
De ese saludable encuentro nace un engendro con cabeza de toro y cuerpo de hombre (hay quienes piensan que pudiera haber sido al revés por aquello del tamaño…, pero bueno, eso es otra historia). Al engendro lo encierran en un laberinto y resulta que era antropófago el cabrón. Después de haberse zampado a varios humanos, un chamo llamado Teseo, hijo de un dios de segunda categoría, decide matarlo. Y para ello convence a su amante Ariadna de seducirlo. La tal Ariadna, que esta buenísima, rodea su cuerpo con velos transparentes y se introduce al laberinto. Cuando el minotauro la ve, no sabe si comérsela o cogérsela. Estaba indeciso, con la lengua fuera y con otros signos visibles de su excitación. Aprovecha el momento Teseo, que estaba observando la situación, brinca y se viola al toro (no estoy seguro si esto está en la historia) para después matarlo.
Y sigue la saga erótica. ¿Que me dicen de Aquiles? Pues me entero que este gran héroe de La Iliada era maricón. De joven para ocultarlo de la recluta, lo vistieron de odalisca y estuvo viviendo disfrazado con las hijas de Licomedes, rey de Esciro. De aquí agarró malas mañas, pues posteriormente se enamora perdidamente de Troilo, hijo de Apolo, al cual mata después de que éste rechaza sus avances.
¿Y las sirenas? Resulta que estas voluptuosas doncellas de buenas tetorras y cola de merluza, atraían a los marineros con sus melodiosos cantos, a un lugar donde nunca salían vivos. Dicen las malas lenguas que la muerte les venía por frustración al no encontrar el hueco en la cola de pescado para meterla.
De estos relatos hay infinidades. Pero lamentablemente la mitología sucumbió a la razón. Vino Sócrates y cagó la jaula. Que si eso eran fantasías, que hay que vivir la realidad, que hay que encontrarse a si mismo, que uno sabe que no sabe nada y otras profundas pendejadas. Y esto fue el comienzo del declive y muerte de la cultura griega. Mucha filosofía cuando el mundo lo que quería era relajo.
Y esto es evidente, pues a la caída de los griegos, llegan los romanos predicando la borrachera, la orgía, las bacanales y el desmadre generalizado. Y así conquistaron el mundo. Esto duró hasta que un gilipollas, el emperador Constantino, se convirtió al cristianismo. Por supuesto, cuando comenzó la moderación en las costumbres, en la bebida y en el sexo, el Imperio Romano se fue pa’l carajo.
Todo lo que demuestra que el cachondeo es más fuerte que la virtud. Digo yo. ¿o no?
1 Comments:
..........genial querido Montalvo, me encanta tu punto de vista, un abrzo
luzdevela
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