Friday, October 14, 2011



La historia y la mitología tienen mucho en común, debido a que la primera toma prestado de la segunda, afirmando que el batido resultante no es sino la pura verdad. Tomemos por ejemplo la conquista de México.

Según los españoles esto fue una hazaña épica, donde un grupo muy reducido de galantes soldados comandados por el valiente, apuesto y desinteresado Hernán Cortés llegaron a las costas de México en una flotilla encabezada por la nao “Santa María Madre de Dios Ruega por Nosotros Pecadores”. Allí se aliaron con los pueblos Totonacas y Tlaxcaltecas (los subyugados), y en gloriosas batallas lograron doblegar a los poderosos Aztecas (los subyugantes).

Los mexicanos por otra parte afirman que Cortés era un engendro enano deforme y sifilítico, que liderando a un grupo de degenerados delincuentes, se aprovecharon de la nobleza de los diferentes pueblos indios y los engañaron para que con su ayuda pudieran acabar con a los muy civilizados y apacibles Aztecas y así meterle mano a las riquezas de ese imperio (quien haya visitado el Palacio de Gobierno en Ciudad de México podrá corroborar lo aquí mencionado viendo los murales de Diego Rivera).

La verdad es que ni Cortés era un alma de Dios, ni tampoco un engendro sifilítico como lo pinta Rivera. Los soldados españoles no eran muy galantes que digamos, pero tampoco eran unos degenerados (bueno, al menos no todos). Y en cuanto a los Aztecas, su grado de civilización era relativo, pues un pueblo cuya principal diversión era sacrificar prisioneros arrancándoles el corazón, no es muy civilizado que se diga. Por supuesto, Cortés no se caló la no muy cómoda travesía para propagar el catecismo y el rosario entre las especies indígenas, ni para liberar de la opresión a los pueblos pisados por los aztecas. Él y los 400 o 500 gandules que lo acompañaban lo que buscaban era riqueza y, de paso, echarle mano a una que otra india, lo cual se entiende perfectamente, pues el verano de la travesía fue intenso.

Pero los trastoques de la historia se hacen más dramáticos cuando se ahonda en los orígenes de los conflictos. La verdad sobre la caída del Imperio Azteca es un buen ejemplo. Veamos:

Después de unas batallitas y alguna que otra escaramuza en tierras mexicanas, Cortés llegó a Technotitlan (actualmente Ciudad de México, a Dios gracias por que el nombrecito ese se las trae) y no fue mal recibido por Moctezuma, el rey de los aztecas (Mozty, para los amigos). De hecho se hicieron grandes amigos y era frecuente que compartieran algunas vasijas de mescal inventando el “margarita”, para el deleite de los borrachos encopetados.

En una de esas fiestecitas, Cortés agarró una curda impresionante junto con Moctezuma, teniendo al lado a la india Malinche, su interprete (no se como coño aprendió español, pues que yo sepa no existía Berlitz en México en aquella época). En el zenith de la merluza, entra el Supremo Sacerdote vestido lleno de plumas y con un leotardo ceñido con estampado de piel de jaguar, una monada muy al estilo de Cher. Cuando Cortés lo ve, exclama “¡Joder!!! ¿Quién es el transvestista este?. ¡No sabía que había maricones en la corte!.”. Mozty, escucha esto y le pide a la Malinche que se lo traduzca. Dado que ésta andaba también con una tajada monumental, tradujo las palabras de Cortés in verbatim con la voz a toda madre, llegando tal lamentable exclamación a los oídos del Papa indígena, quien montado en cólera lanzo un chillido parecido al kikiriki de un gallo y acto seguido le arreó una hostia a Cortés. Y ahí es que se formó la sanpablera, saliendo a relucir espadas, cuchillos, hachas, huitzauquis (mazas aztecas que de un solo coñazo podían matar a un rinoceronte – si es que alguno se hubiera extraviado desde Tanzania). De ahí en adelante surgió la noche de los cuchillos largos, peleas, patallas..un gran peo, oiga.

Por supuesto, si van a consultar con la Enciclopedia Británica le van a venir con otro cuento. Pero yo tengo mis fuentes secretas y ocultas que solo dicen la verdad. Las mismas que inspiraron a Dan Brown en el código Da Vinci y el lío de la pelirroja Magdalena (otro arrechísimo misterio, por cierto, porque a menos que la Magda fuera escocesa y no judía, lo del pelo rojo no se explica muy bien que digamos).

0 Comments:

Post a Comment

<< Home

Remodulin
Remodulin