Historia de Venezuela - El Descubrimiento
Después de varios días de bastante trabajo regreso a mi verdadera vocación que es divagar en el espacio bloguérico y hacer de la habladera de pendejadas un arte sublime. .
Pues bien, en un post anterior mariposeaba yo sobre el despelote caribeño y lo sabroso que es para muchos hacer lo que les sale del forro de las pelotas, ya que en esto encuentran la esencia de la auténtica libertad (tengo un amigo holandés que afirma alcanzar sensaciones orgásmicas al dar una vuelta en U en la Av. Francisco de Miranda, sensación que puede llegar hasta el nirvana cuando hay un policía presente).
Pues bien, ahondando en el tema, quisiera comentar que el despelote no es algo que surja en forma espontánea, sino que necesita, al igual que el buen brandy, muchos, muchísimos años de maduración. La evolución del despelote y la civilización occidental van a mano a mano, pero por caminos opuestos (como se puede ir mano a mano y por caminos opuestos, no tengo la menor puñetera idea, pero suena profundo). Y el ejemplo mas elocuente lo tenemos en el descubrimiento de nuestro país de lo cual paso a comentar.
El 14 de Noviembre de 1499 un tal Alonso de Ojeda, acompañado de su pana Américo Vespucio, llegaron a la parte septentrional de nuestro país después de haberse mandado un danzón en la isla Hispaniola con una indias en Punta Canas. Dicen cronistas de la época que ambos cargaban una curda (pea, en términos locales) fenomenal y que cuando la nao capitana enfiló por las orillas de lo que es hoy en día el Lago de Maracaibo, vieron casas flotantes y creyeron, en su coma etílico, encontrarse en Venecia.
Como no lograban ver la Plaza de San Marcos y la población local no estaba tan emperifollada como los venecianos (a decir verdad creo que andaban en pelotas, pero no me hagan mucho caso) los muy hijopútamos nos endilgaron el nombre de Venezuela, es decir una Venecia venida a menos.
El asunto es que el despelote comenzó desde el momento del desembarco. Alonso, seguido de Américo, quiso darle carácter de descubrimiento al asunto, y luciendo sus mejores galas (hasta se había encasquetado un tinte de L'Oreal que le puso rubio el cabello, pero con la textura de una mazorca), se dispuso a plantar el pendón real (con perdon del pendón de la Reina), poniendo rodilla en tierra y mirando al cielo no fuera a cagarle un pájaro. Es decir siguió al pie de la letra el protocolo del descubrimiento, sin que faltaran en el trasfondo individuos con brillantes armaduras comentando "¿que está haciendo este güevon?", banderas ondeando y lo que nunca falta, es decir un cura barrigón levantando un crucifijo en acción de gracias al todopoderoso de que las indias estuvieran tan buenas (lienzos de la época señalan discretamente un levantamiento en la sotana consecuencia de una temprana e incontenible erección, la cual tenía tal fuerza, que de haber sido la sotana de bronce y no de tela, el campanazo se hubiera oido en Logroño).
Se le ocurrió a Alonso dirigir unas palabras a la concurrencia, cuando un indio de nombre Terepaima (conocido en la tribu como "Cara e' Cochino Chaves) de la tribu arahucana se adelantó y le dijo que el no podia venir a descubrir América sin permiso de la Alcaldia y que el podía arreglar eso pues tenía un amigo que era primo de la esposa del compadre del Mago de la Tribu (instituyendo de esta forma el sublime arte de la "mordida").
Sacó Alonso del bolsillo, pues ya venía preparado para estas viscisitudes, un espejito y un collar de perlas made in Taiwan, los cuales entregó al hijo e'puta del indio. Este desdeño la ofrenda y mando a Alonso a lavarse ese culo, pues lo que el quería era billete. Obtuvo el descubridor sendos cheques viajeros los cuales fueron aceptados con benplácito por el indígena.
Lamentablemente la elocuencia del descubridor se vió empañada cuando los indios del auditorio le metieron un peñonazo por la armadura, un tomatazo por un ojo y subterfugiamente, le pusideron un petardo detrás de la oreja, el cual tras resonante estallido le produjo quemaduras en la mazorca, le puso la cara como un mapache y le dejo escuchando campanas por el resto de su vida.
Y así comenzó la historia de nuestro despelote. De ahí en adelante, como entenderán, nunca hubo forma de mantener la seriedad en nuestro país.
6 Comments:
Te debía algo:
Y paseando D.Juan por un monte de pepinos:
Oh, Don Juan de la Cebolla,
cuán larga tenéis la polla!
Razón tenéis Doña Inés,
pues me llega hasta los pies.
No vengo a veos
sino a jodeos.
Don Juan, Don Juan,
la puntita nada más,
pues soy doncella.
Calla puta plebeya, que te meteré toda ella y los huevos detrás!
Don Juan, Don Juan,
tus pelos pican.
Calla puta plebeya, que ayer me rasuré y hasta un huevo me llevé!
Tras terminar, se fue Don Juan altivo,
saltando de pino en pino
y ha no mucho de camino
se encontró con tres doncellas,
putas, claro, todas ellas.
Oh Don Juan, qué gran galán!
Sóis vosotras también bellas
¿cómo os llamáis?
Yo Griselda de Foulláis
Yo Jimena Cimbrelán
Yo Fernanda de Coñuás
y tú, Don Juan, ¿qué nos harás?
Yo, la regla del compás:
os la meto por delante
y os la saco por detrás.
Que elocuencia para re-escribir la historia. Yo te daria un puestazo en el Gobierno con Hummer, BB y viaticos jajajaja
Jose, genial, sencillamente genial, por favor, trabaja menos y escribe mas en el blog, para regalarnos mas carcajadas de risa, beso
menda tiene una versión muy original jajajjaja
aqui lo decimos de otra forma jajajja
Qué bueno eres jajajajja
¡que desagradecidos los venecialanos (así se deberían haber llamado, o Sanmarcoslianos) ¡Lo que daría yo por un par de espejitos y un collar de Taiwan)
PD: ¡Qué despelote!
LA BALADA DE DON JUAN TENORIO. Poesía erótica.
Don Juan y Doña Inés andan muy calientes y deseosos de echar un buen polvo.
Don Juan: Oh, mi bellísima Inés
ven aquí ante el espejo,
apártate los pendejos
y dámela de una vez
De mi poronga ya ves
todo el altivo vigor.
No te produzca temor
verla grande y macanuda,
que tu cajeta peluda
la va a aguantar sin dolor.
Aprisa, mi Inés, aprisa
que mis pelotas están
tan llenas, mi Inés, tan llenas
que me parecen ajenas
de lo pesadas que van.
La puerta de tu amor abre
y deja que mi chipote
como al agua el camalote
se deslice a su sabor.
Doña Inés: Aunque ya estoy bien caliente
andad Don Juan con cuidado
que en este lugar sagrado
hasta hoy no anduvo gente.
Don Juan: No vengáis, amada ardiente,
a deciros tal pavada
ni a poneros colorada
diciendo que sois estrecha.
No veis que para esta fecha
la estrechez esta acabada?
Doña Inés: Don Juan! Don Juan! Soy doncella!
La puntita nada mas!
Don Juan: Nada, nada! Toda ella
y las bolas además.
Así Inés comprenderás
la grandeza de mi amor
y sentirás el sabor
de este polvo que echaremos
meneándonos de mi flor!
Vayamos a aquel sofá
para acabar de una vez.
Doña Inés: Ya me viene!
Don Juan: A mí también!
Doña Inés: Oh Don Juan!
Don Juan: Oh, Doña Inés!
...............................
" Se oyó un beso y un chasquido
"y de un suspiro un murmullo
"y en medio de tanto arrullo
"de un culo se escapó un ruido
"que sonó como un motor
"y Don Juan ante el olor
"declaro en forma bizarra
"estas endechas de amor:
Don Juan: Oh, tus macanudas tetas!
Que bien paradas las puntas!
La calentura trasuntan
de tan peluda cajeta!
Oh, este polvo virginal
que exhaustas dejó mis bolas!
Oh, este polvo que a solas
echamos, tan celestial!
No es verdad, amada ardiente
que de la cama a la orilla
y doblando la rodilla
se coge mucho mejor?
Doña Inés: Oh perdóneme señor
pero a veces en la silla
me parece la morcilla
de mucho mejor sabor
Don Juan: Pues vamos a ver si es cierto!
Doña Inés: Cuando?
Don Juan: Ahora, vive Dios!
O es que ya no queréis mas?
Doña Inés: Mas Don Juan! La tenéis muerta!
Don Juan: Si tan poca cosa os medra
sobadla bien y veréis
como al punto la ponéis
como si fuera de piedra.
Doña Inés: Es verdad! Ya se despierta!
Ya levanta la cabeza!
Ya poco a poco se estira!
Oh mira, que macanuda belleza!
"Se abre despacio un puerta
"y aparece una cabeza,
"y ante tamaña herejía
"entra con paso resuelto
"el señor Don Luis!
Don Luis: Oh, que es lo que ven mis ojos?
Vos, Don Juan? Tu, Doña Inés?
Que audacia! Que desparpajo!
Don Juan: Porque no os vais al carajo?
Ándate, viejo carcajo,
déjame con ella a solas!
Don Luis: Esto si que va a traer cola!
Se la pone hasta las bolas!
"Absorto, temblando y mudo
"quedo allí Don Luis
"viendo como iba y venía
"aquel chipote morrudo.
"Y aguantar ya mas no pudo:
"en tranquilo subibaja
"y al compás de aquel meneo
"se puso a hacerse una paja.
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