Friday, September 23, 2005

Ojo con el Tercer Ojo


Siguiendo con el tema de las filosofías y religiones orientales, amenacé en un post anterior de hablar sobre el libro “El Tercer Ojo”, que no tiene nada que ver con ese que imaginan. Este libro está escrito por un monje budista el cual narra su experiencia en la Potala, el palacio o castillo ubicado en Lhasa, la capital de Tibet. En este castillo residía el Dalai Lama hasta 1959, cuando los chinos pensaron que como los tibetanos también tenían los ojos “rasgaos” (esto me recuerda el piropo ese que dice “ole, niña, que tienes los ojos como mis calzoncillos!! – a lo cual responde la aludida-¿Cómo es eso? – ¿como va a ser?, negros y rasgaos), esa era razón suficiente para invadirlos y anexar el Tibet a China (argumento, por supuesto, de mi propia cosecha). En una frase que pasó a la historia el entonces catorceavo Dalai Lama exclamó muy espiritualmente “Nos jodieron los chinos!!!”.

Indica Longsam Rampa, el escritor, cosas muy curiosas en cuanto a como se forma un monje budista. Se internan en los templos desde niños y renuncian a cualquier placer o comodidad mundana. De hecho su sustento se basa en únicamente en una especie de casabe y leche de un rumiante bovino llamado “yak”. No tienen pertenencias de ningún tipo. Por supuesto, cero sexo lo cual descarta cualquier conversión de Purísima y otras eróticas “bloguistas “ al budismo(aunque no está comprobado si la sotana del monje se alzaría – y no por levitación - si se presentara Angelina Jolie vistiendo solo unas sandalias).

La vida del monje trasciende en meditación tratando de alcanzar los diferentes niveles de iluminación que contempla la filosofía budista. Al alcanzar cierto nivel, afirma el autor, el espíritu se desprende del cuerpo y a través del espíritu el monje puede trasladarse a cualquier otro lugar terrestre o extraterrestre.

Pero para lograr esto se necesita algo más que meditación. Y aquí es que viene el asunto del Tercer Ojo (coño!, José, tu si te demoras!!!). Este ojo consiste en una aguja finísima que le introducen al monje cuando es todavía niño en la frente (¿y por donde habían pensado?) en una longitud que llegue a tocar ligeramente la pitutaria, una glándula del cerebro, la cual al ser estimulada por el roce de la aguja acelera llegar a los estados de iluminación.

Quienes han probado un pito de marihuana, dicen que logran el mismo éxtasis, sin que te claven nada. Claro, a menos que no sea voluntaria la cosa, en cuyo caso entraríamos en un tema “gay” que ni de vaina voy a tocar.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Hola soy José de España. He visto tu blog de casualidad ( tengo una amiga que alucina con Osho P. Cohello )yo queria hacerle ver de que se trata de "cuentistas profesionales" como l.Rampa hace 30 años. Me gusta tu tono guasón . Muchos saludos desde España P.D. estoy en facebook mi nombre es José Exposito Vazquez

5:39 PM  

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